“Que privación de libertad no signifique privación de derechos” es el lema principal del Primer Encuentro Internacional para el trabajo con personas LGBTI + privadas de la libertad, destacó Malú Cano, coordinadora nacional de la red Transcuba del Cenesex durante la clausura del evento.
Con cita en Varadero/Cuba, el encuentro acogió a especialistas y activistas de 11 naciones latinoamericanas, como es el caso de Cuba, Uruguay, Argentina, Brasil, Nicaragua, Honduras, El Salvador, México, Guatemala, República Dominicana y Colombia.
La cita sirvió para la constitución de la primera red internacional para el trabajo con personas privadas de libertad, pero no privadas de derechos. Córpora en Libertad pretende ser una organización más incluyente, formada desde países latinoamericanos para mantener un activismo sostenido en un espacio muy poco hablado. La red quedó presidida por Ari Vera de México, vicepresidenta Malú Cano de Cuba, secretaria general Alejandra Collette Spinetti de Uruguay, de relaciones internacionales Mariel Ortega de Republica Dominicana y comunicaciones Gustavo Passos de Brasil.
Con la creación de este grupo, se pretende imbricar la orintación sexual, la identidad de género y los derechos humanos en el contexto de personas privadas de la libertad.
Uno de los principales desafíos que enfrenta la población LGBTI en centros penitenciaros es la precarización. Para Ari Vera Morales, presidenta de la Asociación Civil Almas Cautivas, el mero hecho de no tener una familia que te lleve cosas o que te lleve un poco de dinero para subsistir, hace que las personas LGBTI adentro de las cárceles tienen que incurrir en prácticas difíciles para su propia subsistencia.
La idea de esta red surge a partir de las experiencias de Almas Cautivas y su trabajo en México. Uno de los objetivos principales es sensibilizar en dicha nación sobre los problemas de discriminación y de violencia, y, una vez contenidos, comenzar a reducirlos.
Las mujeres trans, tienen que ejercer el trabajo sexual, que muchas veces es pagado dentro de las cárceles penitenciaras por muy poco dinero.
Otro asunto importante es el tema laboral. Dentro de los centros penitenciarios hay ofertas laborales, pero a las personas LGBTI prefieren no contratarlas. Ari Vera expuso como un ejemplo que para muchas personas trans con VIH se les impide trabajar en la cocina, por miedo a que infecten a toda la población. Aquí se ve cómo el estigma y el prejuicio, no solamente sobre la identidad y la orientación, sino sobre su estado de salud, influyen en una decisión de inclusión en el trabajo.
“A mi entender, las cárceles son el vivo y exacto reflejo de la sociedad. Si afuera hay discriminación, adentro esta se maximiza. Si afuera hay violencia, hacia las personas LGBTI, adentro se maximiza esa violencia. Si afuera hay violación de los derechos humanos de la comunidad LGBTI, adentro también. Pasa exactamente lo mismo”, concluyó Ari Vera Morales.