Males históricos que sí podemos cambiar

Aunque se trata de una herencia cultural con capacidad de adaptación a los contextos histórico concretos, que según estudios de la Organización Mundial de la Salud ha alcanzado proporciones epidémicas, la sexóloga Mariela Castro Espín y la socióloga Clotilde Proveyer coincidieron en que fenómenos como la violencia de género pueden prevenirse y eliminarse si la sociedad se lo propone.

La certeza, expresada el 28 de noviembre por la Directora del CENESEX en las palabras de apertura del 1er Simposio Internacional “Violencia de Género, Prostitución, Turismo Sexual y Tráfico de Personas, fueron corroboradas por Proveyer durante su conferencia Violencia de género. Aproximación desde la realidad cubana.

Según una investigación realizada en 12 países de América Latina, citada por una de las pioneras en el estudio de esta problemática en Cuba, “la base de evidencia científica indica que  es posible prevenir la violencia contra la mujer. Mientras que mujeres de todos los entornos sufren violencia, la prevalencia varía ampliamente, lo cual indica que los altos niveles de violencia  no son una característica inevitable  de la sociedad humana”.

Por otro lado, sin olvidar sus contradicciones evidentes en la prevalencia de la violencia de género en el mundo actual, los espacios conquistados por las mujeres en las últimas décadas han impulsado transformaciones en las relaciones inter genéricas que han ido poniendo en crisis la legitimidad social de la “opresión de género”.

“Por supuesto que esa puesta en crisis de la legitimidad del dominio masculino  no es homogénea ni tiene las mismas expresiones en las distintas sociedades, porque sus manifestaciones dependen de los diferentes contextos y de sus especificidades”, aseguró la investigadora tras colocar el tema como un “reto universal” imposible de evadir.

La violencia de género, desde sus expresiones más sutiles hasta las más extremas, tiene como base la cultura patriarcal dominante en el mundo de hoy que tiende a perpetuar el poder masculino, coloca a las mujeres en una posición de subordinación y desvalorización respecto al hombre y naturaliza la violencia como mecanismo para fortalecer el patriarcado.

“La diferencia entre este tipo de violencia y otras formas de agresión y coerción estriba en que en este caso el factor de riesgo o de vulnerabilidad es haber nacido mujer”, afirmó Proveyer.

La salida

Para la investigadora, en el camino de la prevención y enfrentamiento resulta imprescindible “producir cambios culturales que lleven implícitas transformaciones en las diversas formas de pensar, sentir y actuar en relación con las relaciones de poder entre los géneros”. Estos cambios, añadió, deber contribuir “al desmontaje de la validez universal del androcentrismo con su carga hegemónica masculina”.

Pero para recorrer este camino, los países deberán avanzar en el reconocimiento del fenómeno, la realización de estudios de prevalencia que permitan su medición real y comparabilidad con otras realidades, la visibilidad en la legislación y personal capacitado para la aplicación de esas leyes y sistemas integrados que garanticen la atención a las víctimas y faciliten la salida del círculo de la violencia.

“Es esencial hacerle frente a los ‘factores socioculturales de aceptabilidad’ y, sobre todo, actuar con los niños, pues sabemos que los niños y las niñas que viven la violencia en su infancia recrean esos patrones más tarde. Por eso es esencial  actuar en la educación desde  edades tempranas, aseguró Proveyer.

Abierto el debate

La ponencia de Proveyer abrió el debate sobre esta problemática que, según estadísticas internacionales, puede afectar a 7 de cada 10 mujeres en el mundo a lo largo de su vida. Además de insistir en el papel de los medios de comunicación y la necesaria participación de amplios sectores sociales en el enfrentamiento, las intervenciones volvieron sobre el tema de las investigaciones, la necesidad de que las mujeres conozcan sus derechos y el reto de contar con un cuerpo legal que garantice un enfrentamiento efectivo.

Retomando uno de los temas clave levantados durante el debate, la directora del CENESEX retomó el tema de la urgencia de avanzar en la realización de estudios nacionales y garantizar la socialización de sus resultados. La condición de Cuba como país asediado, alertó Castro Espín, no debe conducir a un silenciamiento de estos temas. “Estudiar esta realidad y socializar los resultados es una manera de mostrar que estamos asumiendo la responsabilidad”, afirmó la Diputada a la Asamblea Nacional.

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