Prisma diverso para desterrar inequidades

La Habana, 23 jun.- Con un mundo donde no existan inequidades por razón alguna y cada persona sea distinguida por su calidad humana, sueñan el médico Alberto Roque, de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes) y la filóloga Teresa de Jesús Fernández, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).

Para llegar a esa utopía, sin embargo, se requiere allanar el camino a políticas y leyes cada vez más justas y no discriminatorias, no solo por lo que digan o dejen de decir, sino también por las lecturas que de ellas hagan políticos, decisores y ejecutores del derecho.
En el foro debate que cada mes realiza el no gubernamental Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR), Roque, quien ha dedicado años al estudio y la atención a personas transexuales y el activismo en defensa de la diversidad, explicó al auditorio las múltiples y cada vez más complejas categorías de género, un conocimiento siempre en construcción.

Al presentar su ponencia «Sexualidades equitativas: políticas y subjetividades en construcción», Roque indica que «la sexualidad tiende a ser como una forma de caleidoscopio, complejo, con zonas poco visibles o definidas y el constructivismo social dice hoy que no debe tomarse la diferencia sexual como punto de partida para interpretar la sexualidad humana».

Dentro de estas teorías, las masculinidades se consideran el centro, el núcleo a partir del cual se establece toda la diferenciación y categorías sexuales, que son categorías subordinadas, abundó Roque.

El experto expuso propuestas para eliminar y erosionar las inequidades basadas en la sexualidad, como una dimensión fundamental del derecho del ser humano y de la justicia social, independientemente de los porcentajes que esas personas representen en la sociedad.

Entre ellas incluyó hacer sistemáticas y horizontales las acciones educativas por el derecho a la libre orientación sexual e identidad de género, sacarla de los espacios institucionales y académicos e introducirlo e implementarlo mediante la participación ciudadana, fortaleciendo la sociedad civil cubana.

A su juicio, deben crearse espacios de reflexión fuera de los adscritos a la institucionalidad puesto que muchos de los grupos que funcionan no pueden ir más allá en su labor por las barreras institucionales.

Estas acciones deben emprenderse y mantenerse de forma permanente aun «cuando estamos en una fase superior de reconocer la equidad basada en la orientación sexual e identidad de género», consideró.

Roque abogó también por la construcción dialógica del conocimiento, para que los propis grupos, desde sus vivencias, creen y aporten conocimientos, no desde una asimilación heterosexista del problema, y avanzar en las uniones, incluyendo el matrimonio igualitario para quienes lo decidan, y una ley de equidad de género.

Para Fernández, quien ha experimentado dolorosamente en carne propia la discriminación, lo peor de los estigmas hacia la diversidad es el silencio sobre las mujeres lesbianas, en una suerte de «no se hallan, no existen».

«El silencio es la mayor violencia», dijo la directora de la editorial del Cenesex, quien aclaró que esta realidad no es privativa de Cuba y ha permeado al feminismo, que, en más de un siglo, también se ha cuidado mucho de hablar del tema.

A su juicio, existen tantas sexualidades como seres humanos en un mundo donde las discriminaciones parten también desde las mujeres cuando algunas no encajan en los modelos socialmente preestablecidos.

«Cada cual es femenina a su modo, según su concepción y vivencias. Se precisa de inclusión y que no haya que ceñirse a un modelo impuesto. Cuando dejemos lo prediseñado vamos a ver a las personas en su alma, su espíritu, su energía, independientemente de su preferencia sexual», insistió.

En el debate, salieron a la luz desconocimientos e incomprensiones sobre las categorías en que la biomedicina ha clasificado a las personas por su identidad de género y orientación sexual, se habló sobre la interconexión entre estas y otras inequidades y problemas sociales, que agudizan los fenómenos, como el color de la piel y la procedencia.

Al analizar el contexto internacional y cubano, las reflexiones condujeron a las naciones donde han sido aprobados los matrimonios entre personas de igual sexo. Al respecto, se consideró que si bien esa puede ser la aspiración de muchas personas, el trasfondo va más allá, sobre todo cuando este apunta hacia las asimetrías de poder.

Desde el auditorio se abogó por la posibilidad de que surjan nuevas formas de formar familia, las mujeres lesbianas puedan tener acceso a tratamientos de reproducción asistida sin tabúes ni mentiras,

La psicóloga Mareelén Díaz Tenorio, de la OAR, agradeció a Roque y Fernández su labor profesional y militancia cotidiana a favor de la equidad y destacó la necesidad de las personas de repensarse cada día para cambiar maneras de ver la vida, incluido en estos temas, «cuando toda la vida, por lo patrones patriarcales hegemónicos, nos han enseñado otras cosas».

Para el abogado de OAR Alain Vallín, los cambios legales solos no son la solución, sino que tiene que estar en el espíritu de quienes la aplican. «Si no cambia la subjetividad la situación nunca va a cambiar, es preciso que las mayorías piensen diferente», consideró.

Tomado de IPS

Centro Nacional de Educación Sexual

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