La homofobia es más letal que el sida

Dallas Buyers Club, Cine Club Diferente, martes 15 de abril, cine 23 y 12, 8:00 p.m.

Ciudad de Dallas, 1985, plena administración Reagan: al vaquero homófobo y drogadicto Ron Woodroof le diagnostican sida y le dan treinta días de vida. Aislado de sus amigos y de la comunidad, empieza a consumir AZT, una droga aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos que aunque legalmente disponible en Estados Unidos, lo lleva al borde de la muerte. Para sobrevivir, contrabandea desde todo el mundo medicinas antivirales aún no permitidas ni disponibles en el país.

Todo indica que aún el cine norteamericano dista de considerar saldada la deuda con el flagelo más devastador del pasado siglo, ese que, si bien ha recibido considerables derrotas gracias a los avances científicos, sigue su curso letal en la actualidad: 20 años después de Filadelfia (Jonathan Denme, 1993), la primera cinta que en Hollywood abordó el tema del sida de manera frontal y que alcanzó considerable taquilla, nos llega Dallas  Buyers  Club (en español, El Club de los deshauciados) que, basada en hechos reales, dirigiera el pasado año el canadiense Jean Marc Vallée (C.R.A.Z.Y, La joven victoria ) y valiera a dos de sus actores sendas estatuillas: Matthew McConaughey, Oscar a la mejor actuación protagónica masculina, y Jared Leto (ídem, pero de reparto) después de haberse granjeado ambos el precedente Globo de Oro.

Mas, si importante resulta la denuncia a la falta de escrúpulos de instituciones relacionadas con la medicina y la farmacéutica, capaces de lucrar con la enfermedad y la muerte del modo más inhumano y criminal, no menos resulta la focalización que el filme emprende sobre otra patología  igual de tenebrosa: la homofobia.

El protagonista de Dallas…, promiscuo, adicto y mujeriego, detesta a los gays; no casualmente las primeras escenas presentan comentarios sarcásticos acerca del actor Rod Hudson, una de las primeras víctimas del gremio en contraer el desconcertante VIH , y “salido del clóset” poco antes de morir. Sin embargo, el prepotente cowboy venido a menos, es solo parte de un engranaje social representativo de la homofobia instituida e internalizada.

La obra explicita los prejuicios imperantes en la época: hasta la ciencia consideraba a los homosexuales “propietarios absolutos” de la nueva y terrible dolencia, llamada despectivamente por muchos el “cáncer rosa”, de modo que amigotes y conocidos del hasta ahora probado hetero asegurararan que este había sido infectado por el contacto con los de su mismo sexo.

Peculiarmente atendible resulta la evolución del personaje central, quien se enrumba desde un cerrado y estrecho abroquelamiento homofóbico a una comprensión y una sensibilización que va adquiriendo paradójicamente, mientras su cuerpo se debilita; por ello su discreta pero visible recuperación con los tratamientos alternativos funge como metáfora de un mejoramiento aun superior: el humano.

Cinta sin complicaciones morfológicas (excepto alguna que otra analepsis perfectamente comprensible), todos sus recursos técnico- expresivos se ponen en función de una carga idéica y conceptual que sin dudas, resulta lo mejor de este club sui generis erigido como emplazamianto a acendrados preconceptos sociales y ontológicos.

Y claro que lo mejor incluye también el desempeño de McConaughey (quien ya fue, por el contrario, un gay asumido y maltratado en The Paperboy): actor de amplia tesitura dramática e histriónica, lo verdaderamente encomiable de su labor no es lo más promocionado –las 30 libras que debió perder en función del personaje- sino la manera en que proyecta los muchos kilogramos de altura y hondura ética y espiritual adquiridos por el personaje mediante la relación meliorativa que establece con la doctora ( notable Jennifer Garner) y en peculiar el paciente trans devenido socio –en todos los sentidos- , Rayon: el también músico Jared Leto, quien convence de principio a fin con un trabajo superlativo.

En vísperas de una nueva Jornada Cubana contra la Homofobia, el próximo mayo, Dallas Buyers Club será una muy oportuna manera de saludarla y prepararla desde este otro club de cinéfilos que el ICAIC y el CENESEX auspician cada segundo o tercer martes de todos los meses.

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