Mujeres que se aman en el tiempo

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Cine Club Diferente, 23 y 12, martes 15 de octubre, 8 p.m

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La percepción social del lesbianismo (como de toda la diversidad sexual) ha cambiado, por suerte, a medida que avanza el tiempo, que las conquistas civiles y el desarrollo científico, junto con las tenaces luchas del movimiento LGTB[i], han impulsado.

En el Cine Club hemos dado fe de ello: por ejemplo, mediante la exhibición del notable filme norteamericano The children´s hour (La calumnia, 1962, William Wyler), apreciábamos como en los años 50 era impensable que se expresara por lo claro el sentimiento incluso entre las mujeres implicadas, lo cual por otra parte finalizaba en tragedia sobre todo por la resonancia social que ello implicaba.

Ahora, con la proyección de If these walls could talk 2 (Si las paredes hablaran 2), realizada en 2000 y  producida por la cadena televisiva HBO, analizaremos la evolución del fenómeno en tres momentos significativos de las últimas décadas del pasado siglo: principios de los 60, de los 70 y el año 2000.   

Con varias nominaciones en la correspondiente entrega de los Emmy (incluyendo mejor película para televisión, medio para el cual fue originalmente realizada), conquistó finalmente la estatuilla Vanessa Redgrave (del cuento inicial) como mejor actriz de reparto en filme o miniserie dramática.

El telefilme tiene el mismo formato (tres episodios cortos, sobre un tema  en particular, con actrices, directoras y guionistas diferentes para cada uno de ellos) que su predecesor,  If these walls could talk, también   producida por HBO Films, realizado en 1996 y protagonizado por Demi Moore, Cher, Sissy Spacek y Anne Heche (ahora directora de uno de los relatos, el tercero) tocando como tema principal el aborto.

El primer cuento (dirigido por Jane Anderson) se inicia una noche de 1961, cuando muere repentinamente una de las integrantes de una pareja de mujeres maduras; poco después los familiares de la difunta  aparecen cual aves de rapiña para saquear todo lo que perteneció a aquella, ignorando los derechos de la viuda.

Justamente por ello, el movimiento por los derechos de las parejas gays o lésbicas ha luchado tanto, desde entonces, por el reconocimiento de esta condición y afortunadamente, lo ha alcanzado en considerable medida, al ser aceptado, como sabemos, el matrimonio en no pocos estados y países.

El segundo episodio (cuya historia ocurre 10 años después) fue realizado por Martha Coolidge (Noches de Rosa, Angie…). A pesar de la brevedad del tiempo fílmico (o quizá gracias a ello), la realizadora se las ingenia para armar un convincente discurso en torno a una problemática muy particular del momento.

El contexto universitario de los 70 del siglo XX fue en los Estados Unidos un importante reservorio del feminismo; las lesbianas no se quedaron detrás, al contrario, intentaron implicarse (pese a evidentes discriminaciones) y una de sus cláusulas fue diferenciarse de los hombres, de ahí que –como ocurre en este segmento del filme- marginaran a su vez a aquellas jóvenes explícitas en su orientación, desde sus atuendos y maneras francamente masculinas.

Sin embargo, como acertadamente desarrolla el relato, habría que analizar hasta qué punto un estereotipo no sustituía otro(s), una homofobia no engendraba una semejante, y cómo pugnaban la autenticidad y cualquier tipo de militancia: Hábil en el desarrollo del conflicto y en el diseño de personajes, Coolidge entrega un momento elevado en la obra, para lo cual cuenta con las actuaciones sobresalientes de Michelle Williams (Brokeback Mountain)  y   Chloë Sevigny (Boys don´t cry)       

Por último, el umbral del  incipiente siglo (o la coda del viejo) nos enfrenta al dilema de la adopción en las parejas femeninas. Hasta hacía poco la directora de este cuento (la también actriz Anne Heche) había sido en la vida real compañera de una de sus protagonistas, la famosa animadora Ellen DeGeneres, pero acaso lo más interesante fue que todo un sex simbol de la heterosexualidad (Sharon Stone) accediera a representar la media naranja de aquella.

Los nuevos tiempos traen nuevos aires, y observamos con júbilo un evidente avance en la recepción del asunto, la aceptación (más que tolerancia, ese feo término) entre personas no homosexuales, y el canto a la felicidad, el amor pleno y la realización humana que trae este fragmento final de la película, cuando esas mujeres que se aman logran con dificultades, pero como premio a su tenacidad y constancia, ser también madres, conquistar entonces una cohesionada y armónica unión.

Si las paredes  , que además de las referencias temporales muestra como cortina entre sus partes imágenes documentales de las manifestaciones y marchas del movimiento LGTB, es un logrado testimonio artístico de las conquistas de mujeres que tienen relaciones con mujeres a través de un buen trecho de la historia contemporánea. Las escenas explícitas de sexo se realizaron no sólo con cuidado sino con exquisita sensibilidad y buen gusto.

Esperemos, entonces, que la proyección y debate de este filme devenga enriquecimiento y cultura sexual para todos.


[i]  LGTB: Lesbianas-gays-trans-bisexuales

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